Fiesta de San Francisco Javier en la Basílica: una celebración de misión, gratitud y fraternidad

Fiesta de San Francisco Javier en la Basílica: una celebración de misión, gratitud y fraternidad

La mañana del 3 de diciembre de 2025 volvió a vestir de solemnidad a la Basílica de Javier. A las 13:00 horas, el templo que custodia la memoria del santo navarro más universal acogió la fiesta de San Francisco Javier, patrono de las misiones, en una jornada marcada por la fe compartida, el recuerdo agradecido a los misioneros y la celebración de un carisma que sigue vivo en la Iglesia navarra.

La Eucaristía fue presidida por el arzobispo de Pamplona y Tudela, D. Florencio Roselló Avellanas, quien subrayó, durante la homilía, que “en un mundo que a veces destaca las diferencias, Francisco Javier nos enseña a vivir abiertos, a mirar a cada persona como tierra sagrada donde Dios quiere sembrar vida”. Junto a él concelebró D. Óscar Azcona Muneta, Dele gado de Misiones, y director de OMP en Navarra, encargado de animar y coordinar la actividad misionera en la diócesis.

Especial significado tuvo la presencia del misionero y obispo emérito del Vicariato de Aguarico, en la Amazonía ecuatoriana, D. Jesús Sádaba, quien, tras décadas de labor pastoral en una de las regiones más desafiantes del continente americano, participó en la celebración como signo vivo del compromiso misionero que San Francisco Javier inspira desde hace siglos. Su presencia, cercana y profundamente testimonial, recordó a todos los presentes la dimensión humana, espiritual y social que conlleva la entrega en territorios de misión.

La celebración estuvo acompañada por la participación de representantes de los seminarios Bidasoa y Redemptoris Mater, que colaboran durante el curso en la animación misionera diocesana. Su presencia subrayó el vínculo entre la formación sacerdotal y la apertura a la misión universal, una de las notas características de estos centros educativos. Para muchos de los seminaristas, acudir a Javier en la fiesta de su patrón supone una experiencia significativa: un encuentro con la historia de la evangelización que inspira su propio camino vocacional.

Reconocimiento a la labor misionera del voluntariado

En esta edición, la Delegación de Misiones y las Obras Misionales Pontificias (OMP) en Navarra quisieron poner el foco en quienes, desde la generosidad del voluntariado, contribuyen silenciosamente al trabajo que la Iglesia realiza dentro y fuera de nuestras fronteras. Con especial gratitud, se rindió homenaje a dos agrupaciones cuyo compromiso ha dejado huella en los lugares donde sirven: Salus Infirmorum y ACOES.

Salus Infirmorum, conocida por su dedicación sanitaria y socioasistencial, ha colaborado durante décadas con misiones en distintos países, enviando personal, materiales y medicación, y manteniendo proyectos de ayuda directa a poblaciones vulnerables. Su servicio representa el espíritu compasivo que caracteriza a tantas instituciones que, desde Navarra, han respondido a las necesidades del mundo misionero.

Por su parte, ACOES (Asociación Colaboración y Esfuerzo), nacida en Honduras pero profundamente vinculada a voluntarios españoles, especialmente navarros, lleva adelante proyectos educativos, sociales y comunitarios que impactan en miles de personas. Su modelo de cooperación —basado en la participación activa de la propia población local— es reflejo de una misión que evangeliza también a través de la promoción humana.

El reconocimiento a estas agrupaciones se integró en la liturgia y en las palabras de agradecimiento dirigidas por el Delegado de Misiones, D. Oscar Azcona Muneta, reconoció la labor del voluntariado como puente necesario entre culturas y realidades que se transforman desde el Evangelio. Por ello, la Iglesia quiere subrayar la importancia de esta labor silenciosa, humilde y profundamente transformadora.

Un día de comunidad y esperanza

Tras la Eucaristía, los asistentes se dirigieron a la comida fraterna que puso el broche final a la jornada. Este encuentro, sencillo pero cargado de significado, permitió compartir experiencias, anécdotas y proyectos futuros entre sacerdotes, voluntarios, seminaristas y laicos comprometidos con la misión. En un ambiente de cordialidad, se respiró la alegría de sentirse parte de una misma Iglesia universal, unida por el servicio y el anuncio del Evangelio.

La comida fraterna fue también, “un signo visible de hermandad y de la fe que nos impulsa a construir juntos un mundo más humano al estilo de Jesús de Nazaret”. La presencia de personas, unidas por el deseo de seguir el ejemplo de Francisco Javier, convirtió el encuentro en una manifestación de esperanza para la Iglesia navarra.

San Francisco Javier, referencia permanente

Cada 3 de diciembre, la figura de San Francisco Javier vuelve a iluminar el horizonte espiritual de Navarra. Su vida, marcada por la entrega hasta el extremo, por la valentía ante las dificultades y por el ardor evangelizador, sigue inspirando a miles de cristianos y misioneros en todo el mundo. En un tiempo en el que la misión adquiere nuevas formas —desde la misión ad gentes hasta la misión urbana, digital o social—, su ejemplo continúa siendo una llamada a la creatividad y a la audacia apostólica.

La celebración en la Basílica de Javier, enmarcada en un año lleno de retos globales, recordó que la misión nace del encuentro personal con Cristo y de la disponibilidad para servir a los más necesitados. Por ello, la fiesta de este año no solo fue un acto litúrgico, sino también un momento de renovación interior para quienes trabajan en la pastoral misionera y para quienes, desde la sencillez de su vida cotidiana, desean mantener vivo el espíritu de envío que define a la Iglesia.

La jornada concluyó con un sentimiento compartido: la gratitud por la historia misionera que Navarra ha escrito y sigue escribiendo, y el compromiso de prolongar, con nuevos gestos y nuevas presencias, la pasión evangelizadora de San Francisco Javier. Un día de celebración, sí, pero también de impulso y de mirada hacia el futuro.

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